Los videojuegos ‘Made in Spain’ que debes jugar… ¡YA!

Los videojuegos ‘Made in Spain’ que debes jugar… ¡YA!

En primer lugar, disculpadme por no haber dado señale de vida desde hace unos días, pero lo bueno se hace esperar… o no xD

¿Te preguntas por qué deberías jugar a estos juegos? Pues, ¿por qué no? Son como la paella de los videojuegos: auténticos, variados y con un toque muy nuestro… aunque sin tener que discutir si lleva cebolla o no.

1. Metroid Dread

Desarrollado por MercurySteam (Madrid), este fue el regreso triunfal de Samus Aran después de casi dos décadas sin una entrega 2D original. La historia se sitúa tras los eventos de Metroid Fusion, y sí, no hace falta que te hayas jugado los anteriores… aunque hacerlo te da puntos de postureo gamer. El juego te mete de lleno en un planeta alienígena donde cada sala es una emboscada potencial. Los E.M.M.I., unos robots asesinos con más mala leche que un jefe en lunes, te persiguen sin piedad. El ritmo es ágil, los controles precisos y la sensación de recompensa tras cada mejora obtenida es gloriosa. No es solo un buen Metroid, es una masterclass de cómo se debe hacer un metroidvania. ¿Lo mejor? Que una parte de esa lección se ha escrito en castellano (de Madrid, concretamente).

2. Blasphemous

Una penitencia interactiva. Un juego que grita “esto lo ha hecho un español” a cada paso… y no solo por su iconografía religiosa que parece sacada de una Semana Santa andaluza con esteroides. The Game Kitchen (Sevilla) se marcó un Soulslike en 2D con pixel art enfermizamente detallado. Tú manejas al Penitente, un guerrero encapuchado que va repartiendo penitencia por un mundo gótico, sangriento y profundamente poético. ¿Difícil? Como intentar abrir una botella de vino con un sacacorchos roto. Pero cada derrota enseña, cada jefe derrotado sabe a gloria, y cada objeto tiene una historia retorcida que te atrapa. Hay referencias al folclore, a la tradición, a lo sagrado y a lo profano. Un juego que es arte y tortura, como un cuadro de Goya que te insulta mientras lo admiras.

3. Gris

Nomada Studio (Barcelona) se sacó de la manga este poema jugable que redefine lo que puede ser un videojuego. Gris no tiene enemigos. No tiene muerte. No tiene HUD. Pero tiene algo que a muchos juegos les falta: alma. Encarnas a una chica que atraviesa un mundo de acuarelas mientras recupera el color (literal y emocional) tras una gran pérdida. Cada zona representa una etapa del duelo y cada mecánica nueva es un pequeño paso hacia la aceptación. El diseño artístico es de los que te hacen decir “vale, esto lo quiero en póster en el salón”. Y la música de Berlinist… bueno, digamos que hay películas que no emocionan ni la mitad que esta banda sonora. Gris no va de ganar, va de sentir. Y si eres de los que creen que un videojuego tiene que tener tiros o puntuaciones para valer la pena… te vas a comer tus palabras a cucharadas de belleza.

4. RiME

Tequila Works (Madrid) firma esta aventura que huele a salitre, a misterio y a emoción contenida. RiME te lanza a una isla sin instrucciones, sin mapa, sin interfaz. Eres un niño —no sabes su nombre, no sabes su historia— y a tu lado te acompaña un zorro, porque todo es mejor con un zorro. Lo que parece una historia sencilla se va complicando a medida que exploras ruinas, resuelves puzles y encajas piezas emocionales. No quiero destriparte nada, pero la revelación final tiene más impacto que muchas pelis con presupuesto de Hollywood. Artísticamente es una mezcla entre Ghibli y el Mediterráneo. Un viaje contemplativo y a ratos devastador. Y sí, al terminarlo vas a buscar teorías en foros.

5. Candle

Teku Studios (Teruel… sí, has leído bien, Teruel existe y hace videojuegos). Candle es una pequeña joya con espíritu de aventura gráfica y un estilo visual absolutamente único: todo está pintado a mano con acuarelas. Cada escenario es una ilustración viva. Controlas a Teku, un aprendiz de chamán con una vela por mano (sí, literal), que debe salvar a su tribu enfrentándose a puzles y trampas. Es difícil. De las de morir varias veces hasta que das con la solución. Pero también es de esos juegos que te obliga a pensar, observar y disfrutar del proceso. No hay dos pantallas iguales. Y, aunque se nota que es un título más modesto que otros de la lista, el mimo, la artesanía y el cariño que hay detrás es brutal.

6. Moonlighter

11 bit Studios en colaboración con Digital Sun (Valencia) nos trajeron esta maravilla de doble vida: de día eres tendero, vendiendo objetos y gestionando tu tienda; de noche te metes en mazmorras a arriesgar el pellejo para conseguir ese inventario. Es como si el frutero de tu barrio tuviera un portal a otra dimensión detrás del mostrador. Tiene ese loop adictivo que hace que digas “una mazmorra más y cierro”, y de repente son las tres de la mañana y tu tienda virtual está facturando más que Amazon. El pixel art es precioso, la música acompaña como una taza de café por la mañana y el sistema de progresión está perfectamente medido. Moonlighter es lo que pasa cuando combinas acción, gestión y carisma en un solo cartucho.

7. The Sexy Brutale

¿Un bucle temporal en una mansión llena de máscaras, asesinatos y estética decadente? Eso es lo que te espera en The Sexy Brutale, desarrollado por Tequila Works junto a Cavalier Game Studios. Cada personaje vive su día en bucle, con rutinas fijas… y tú debes espiar, aprender y evitar sus muertes. Es como ser el Sherlock Holmes del más allá, con un reloj en la mano y una lupa en el alma. El estilo visual recuerda a un teatro barroco donde todo puede pasar, y el diseño de niveles es tan inteligente que da gusto equivocarse solo para ver qué cambia. Tiene más elegancia que un festival de cine indie y más intriga que una novela de Agatha Christie pasada por un filtro de Instagram vintage. Y además, tiene nombre de cóctel, ¿qué más quieres?

8. Deadlight

Zombis. Lluvia. Años 80. Y una España que se disfraza de Seattle post-apocalíptica. Deadlight, desarrollado por Tequila Works (otra vez, sí, están en todas), es un juego de plataformas cinemáticas al estilo Prince of Persia clásico, pero con un tono mucho más oscuro. Interpretas a Randall Wayne, un superviviente que busca a su familia entre las ruinas de la civilización. El combate es limitado, porque aquí lo importante es evitar, correr y pensar. La narrativa tiene ese toque melancólico de peli de VHS en sábado por la noche, con un guion que va ganando fuerza conforme avanzas. Visualmente es una maravilla: siluetas, luces, sombras, todo al servicio de una atmósfera que te absorbe. Es como jugar a un cómic distópico.

9. Red Matter

Si alguna vez soñaste con una aventura espacial en realidad virtual que no parezca una demo técnica de feria, este es tu juego. Red Matter, desarrollado por Vertical Robot (Madrid), es una odisea sci-fi que mezcla exploración, puzles y narrativa en un universo alternativo tipo Guerra Fría. Y no solo está bien escrito, está pensado al milímetro para que la VR no sea solo un adorno, sino parte fundamental del diseño. Los controles, los gestos, los entornos… todo está hecho para que te sientas dentro de ese traje espacial, resolviendo misterios y soltando algún que otro “hostia, qué pasada” por el camino. Técnicamente es impecable, pero es que además tiene alma, cosa que muchos juegos de VR todavía andan buscando con lupa.

10. Unepic

Si alguna vez soñaste con mezclar el rol de mesa, los chistes frikis y un castillo pixelado lleno de monstruos, Unepic es tu lugar. Dani Fernández (sí, una sola persona) creó esta locura en la que un chaval se ve transportado desde el baño a un castillo repleto de magia y enemigos. Así, sin anestesia. El juego es una parodia constante de todo lo que amamos: mazmorras, referencias a pelis, diálogos que rompen la cuarta pared y mecánicas de rol clásicas. Es como si te metieras en una campaña de Dungeons & Dragons donde el máster está pasado de café y nostalgia. Tiene alma de retro, pero con cabeza moderna. Y lo mejor: no se toma en serio a sí mismo, y eso lo hace mucho más divertido.

¿Y por qué deberías jugarlos? Porque no solo son buenos. Son originales, tienen alma, y están hechos con pasión por gente que ha demostrado que en España también se puede brillar con píxeles. Así que ya sabes… ¿Lo vas a jugar o vas a seguir diciendo que aquí solo hacemos paellas y jamón?